AGROECOLOGÍA:
Ciencia, práctica y movimiento social
“Respuesta
para una alimentación sana, segura y sostenible”
En pleno siglo XXI, cuando se ha
creído que el mundo cuenta con los avances científicos más importantes que
permite la modernidad, constatamos indignados la peor crisis alimentaria de la
historia: aproximadamente mil millones de personas hambrientas todos los días y
otros mil millones en mal nutrición padeciendo obesidad y otros graves
problemas de salud pública. Sin embargo, conocemos que hoy la humanidad produce
y desecha muchos más alimentos de los que se requieren para satisfacer sus propias
necesidades alimenticias y nutritivas. A
pesar de que en el 2050 se espera que la población supere los 12 mil millones
de personas, lo cierto es que el desafío real para la agricultura no es
necesariamente producir más sino de producir mejor, en forma más sana, segura y
sostenible, de tal manera que los alimentos frescos estén disponibles para toda
la población y que las comunidades campesinas accedan a los recursos
productivos que les permitan generarlos, recibiendo una remuneración justa por
su trabajo y sus productos.
Insistimos, el problema del sistema
agroalimentario mundial no es la falta de la “productividad”, al contrario la sobreproducción,
la mercantilización, los altos precios de los alimentos y el desperdicio, son
las causas de la insostenibilidad del actual modelo. La OMS ha declarado que el
70% de problemas de salud pública están relacionados con la mala alimentación o
falta de ella: diabetes, hipertensión, obstrucciones cerebro y
cardiovasculares, cáncer y otros males,
son el verdadero “pan nuestro de cada día”.
En el Ecuador la Agricultura Familiar,
especialmente campesina e indígena, es la responsable de proveer más del 60% de
alimentos en nuestras mesas todos los días, a pesar de contar con apenas el 20%
de tierra agrícola, de las cuales solo el 10% dispone de agua de riego, esto es
una verdadera muestra de un talento y eficiencia poco valorados por la sociedad
y que contrastan con la orientación “moderna” de la agricultura que se basa en
monocultivos extensos, semillas “mejoradas” y crianzas industriales de animales
que requieren de muchos insumos químicos y tóxicos para alcanzar una producción
“eficiente”, haciendo uso dispendioso de recursos escasos como tierra y agua,
cada vez más concentradas en pocas manos. Los alimentos creados de esta forma
ya no son adecuados para una dieta saludable y segura, acaban con la diversidad
de semillas propias de nuestras regiones y erosionan la calidad de los sabores
y gustos de nuestras comidas. El empobreciendo consecuente de las familias
campesinas aumenta su dependencia, quedando atadas a un mercado injusto e
ineficiente donde grandes cadenas comerciales e intermediarios inescrupulosos
lucran de su esfuerzo, mientras la falta de información de muchas familias
consumidoras sostiene y estimula este modelo.
Las
políticas públicas y la soberanía alimentaria en Ecuador.
Las políticas públicas en las últimas
décadas, con escasas excepciones, no han dejado de estimular y perpetuar la
reprimarización de la economía agrícola; las agriculturas familiares y
campesinas deben competir con industrias de capital como la minería a gran
escala y cielo abierto, mega obras de infraestructura, expansión de monocultivos
y monocrianzas industriales, la implementación de biocombustibles, plantaciones
forestales e incluso la desordenada expansión urbana, todos ellos mecanismos de
extractivos que en territorios rurales disputan el uso de agua y tierra que
debiera estar disponible en la producción de alimentos sanos, diversos y
apropiados.
Gracias a la incidencia y gran
esfuerzo de los movimientos sociales, en el año 2008 con la Constituyente y
luego en 2009 con la Ley del Régimen de Soberanía Alimentaria se logran avances
normativos que garantizarían el derecho para la Agricultura Familiar Campesina
e Indígena mediante el acceso a los recursos productivos como tierra, agua,
semillas y crédito; se enuncia también la protección y dinamización de nuestra agrobiodiversidad,
así como el fomento de tecnología agroecológicas y orgánica; legislaciones que junto
a la promoción de un comercio justo y consumo responsable de alimentos prometen
la recuperación del control sobre nuestro sistema agro-alimentario, es decir
una verdadera Soberanía Alimentaria. Además el Ecuador se convirtió en el
primer país de América Latina que constitucionalmente se declara libre de
cultivos y semillas transgénicas.
Sin embargo, y a pesar de los avances
normativos señalados, poco se ha logrado en materia de implementación real, a
través de programas, proyectos o presupuestos públicos. Al contrario, muchas
veces se han impulsado nuevas regulaciones y políticas públicas que contradicen
lo anterior, con medidas que buscan equilibrios macroeconómicos y promocionan a
industrias agrarias de gran capital para generar impulsos en mercados de
exportación, pero desplazando la producción alimentaria diversificada, propia
de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena, así retrocede la riquísima e
invaluable agrobiodiversidad ecuatoriana en favor de variedades de “alto rendimiento”
= altos impactos = altos insumos = altos costos = insostenibilidad.
Si observamos
la propuesta de la “Gran Minga Agropecuaria Nacional”, política pública
promocionada por el nuevo gobierno, aún crecen las dudas sobre el futuro de nuestra
Soberanía Alimentaria porque, al parecer, se incentivará el encadenamiento de
las economías campesinas a los ciclos agroindustriales y agroexportadores, es
decir que una vez más se apuesta por la subordinación del campesinado al gran
capital como fórmula para crear empleo y resistir la crisis económica.
Agronegocios
y sus Organismos Genéticamente Modificados (OGMs) pretenden apropiarse de
nuestros alimentos y nuestros mercados
Conocemos que a nivel global todos
los eslabones del sistema agroalimentario están siendo apropiados por los
grandes consorcios del agronegocio, imponiendo un patrón alimentario uniforme,
globalizado y mal sano. Este año (2017) en nuestro país se instala de forma
evidente una nueva gran amenaza para la agricultura y la alimentación, se trata
de la introducción de semillas y
cultivos genéticamente modificados y patentados (transgénicos) en nuestros
campos, en vista de la aprobación inconstitucional de la nueva ley de semillas
que permite el desarrollo de campos experimentales de estos cultivos. Los
transgénicos son organismos vivos, principalmente semillas y cultivos, que han
sido creados en laboratorio de forma artificial y que han roto el proceso de
reproducción de las especies mezclando de forma antinatural genes de bacterias,
virus y otros organismos e incorporándolas en plantas que luego serán nuestro
alimento. Están ampliamente documentados
y probados los graves daños que se provocarían a la salud pública, al ambiente,
a la economía campesina y a la valiosa agrobiodiversidad si es que se permite la
ruptura del orden constitucional y las autoridades de turno actúan contra la
voluntad mayoritaria del pueblo ecuatoriano.
Agroecología:
una nueva inspiración agraria y alimentaria
La
agricultura familiar campesina ecuatoriana, a pesar de enormes inequidades y
limitantes estructurales, ha demostrado ser capaz de impulsar un nuevo modelo
agroalimentario, y para caminar hacia ese nuevo escenario debemos cumplir algunos
pasos fundamentales:
1.
Agua, tierra
y semillas han de retornar al control de los pueblos indígenas y campesinos. Sin
equidad en el control de los recursos productivos no tienen sentido ningún otro
paso, no habrá cambio posible; pero vale preguntarse: ¿agua, tierra y semillas
para qué? ¿acaso para subordinar al campesinado a las cadenas industriales de
valor? ¿para continuar la expansión de monocultivos insostenibles, el uso de
agrotóxicos y OGMs? Claro que no, la Agroecología y Soberanía Alimentaria
responden esta pregunta.
2.
Agroecología,
además de mostrarse como una matriz
tecnológica superior, libera al agricultor de uso de agrotóxicos, OGMs y otros
contaminantes. Es la vía para la recuperación de nuestra Soberanía Alimentaria
porque está centrada en la el uso de la propia agrobiodiversidad, en la inteligencia
de los agroecosistemas diversificados, y se impulsa en el talento campesino, su
fuerza organizativa y sus recursos locales.
3.
Circuitos
económicos solidarios deben irrumpir en los mercados para producir sistemas
democráticos y eficientes en la distribución de alimentos y asignación de
recursos. Estos circuitos permiten el acceso adecuado de alimentos sanos a las
familias consumidoras y promueven el autoabastecimiento para los productores, y
además garantizan una remuneración justa al trabajo agrícola. Un paso
fundamental para redefinir y reconstruir el mercado es caminar hacia la organización de las y los consumidores,
¡necesitamos un consumo responsable, activo y solidario!. Hay que provocar un “abrazo
fraterno” entre el campo y la ciudad para defender el alimento y estimular la
libre interacción e intercambio, la libre circulación y consumo de alimentos
sanos, seguros y de nuestra tierra.
Un ejemplo de puesta en práctica de estos
desafíos debe considerar que el Ecuador actualmente está importando más de 980 millones de dólares en alimentos cada año,
que bien podrían ser provistos por la agricultura familiar campesina de
orientación agroecológica, siempre y cuando encontremos los estímulos correctos
para su fomento y se apoye una revitalización y apropiación de las
organizaciones sociales.
¿Puede
un modelo agroecológico responder a los desafíos de la realidad cambiante?
La
agroecología va expandiéndose y demostrando ser el nuevo paradigma para el
desarrollo de la agricultura y alimentación, ha sido acogida por los más
importantes movimientos campesinos en todo el mundo, así como miles de familias
consumidoras que cada vez más exigen productos alimenticios sanos y diversos.
Es importante señalar que gran parte de la comunidad científica, así como FAO y
la Relatoría de Naciones Unidas para el Derecho Alimentario, hoy reconocen a la
Agroecología como principal opción para enfrentar las crisis sistémicas de la
agricultura y alimentación.
La
agroecología aumenta la productividad sobre el terreno gracias
a la gestión integrada de nutrientes que estimulan la biodinámica y
fertilidad del suelo (en lugar de los obsoletos métodos de fertilización
química); manejo de policultivos, asocios y rotaciones que dinamizan la
agrobiodiversidad y optimizan la productividad de forma permanente (en lugar
de monocultivos y monocrianzas insostenibles); la integración de especies
funcionales que incrementan la inmunidad de sistemas agrícolas frente a
plagas y enfermedades (en lugar de aplicar peligrosos biosidas); reducción de
erosión por prácticas agroforestales, incremento de materia orgánica, manejo
eficiente de recursos hídricos, y otras prácticas ingeniosas.
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Recursos hídricos: siendo el agua un factor esencial para la vida y un recurso escaso
para la producción agrícola, las prácticas agroecológicas aumentan la
capacidad de captación y retención húmeda del suelo (hasta 70% más), reponen
capas freáticas y evitan la escorrentía y erosión.
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Reducción de la pobreza rural: al mejorar la fertilidad y la productividad, la
agroecología está reduciendo la dependencia hacia insumos externos y
subvenciones estatales; la agroecología es intensiva en empleo de mano de
obra, a diferencia de las industrias agrarias de monocultivo y monocrianza
que expulsan obreros del campo. Crecen
por cientos los circuitos de comercio agroecológico con canales directos,
libres de intermediación que están mejorando el ingreso campesino y
facilitando el acceso al consumidor.
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Innovación científica participativa: la agroecología implica un diálogo entre saberes
ancestrales y conocimientos modernos, produciendo innovaciones que aprovechan
el talento y recursos locales; con aplicaciones sencillas se logran
resultados espectaculares, como lo demuestran las Escuelas Agroecológicas Campesinas
y otros procesos formativos que desde la educación popular y el
interaprendizaje rompen el obsoleto paradigma de la agronomía industrial que
ha fracasado por su excesivo academicismo y positivismo.
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Mejora sostenida de la nutrición humana: a diferencia de la lógica convencional que
dirige sus esfuerzos a pocos monocultivos (en general cereales, exacerbando
la disponibilidad de carbohidratos), los sistemas agroecológicos impactan
positivamente en la producción diversificada de nutrientes, creando alimentos
sanos y de alta calidad.
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Sostenibilidad y adaptación al cambio climático: El uso de técnicas agroecológicas está mitigando
efectivamente los efectos de cambios extremos de clima, por la capacidad de
recuperación de los agroecosistemas diversificados. Se ha observado en extremos climáticos que
los sistemas agroecológicos reducen pérdidas y daños entre un 18% y 64% en
comparación con sistemas convencionales.
Además reduce la dependencia de combustibles fósiles impactando
positivamente sobre la emisión de gases de efecto invernadero.
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Las IV
Jornadas Agroecológicas en el escenario 2017
La
organización de las Jornadas Agroecológicas – Ecuador 2017, que por cuarta
ocasión celebramos en el país, tiene la
intención de estimular y articular el
amplio tejido social agroecológico que se sigue extendiendo en todos los
territorios. En esta ocasión 8 localidades del Ecuador acogerán una serie de
eventos donde se expondrán avances, logros y desafíos del movimiento
agroecológico, se realizarán muestras e intercambio de semillas y productos, foros
públicos, talleres prácticos, ferias agroecológicas, movilizaciones populares y
diversas expresiones de la Agroecología ecuatoriana. Esta será ocasión para interpelar al Estado y
la sociedad por las leyes y normativas que vayan en detrimento del Régimen de
Soberanía Alimentaria. Insistiremos en construir el PLAN NACIONAL PARA EL
FOMENTO AGROECOLÓGICO Y EL CONSUMO RESPONSABLE. Existe expectativa por la
reciente creación de la Subsecretaria de Agricultura Familiar Campesina y la
Dirección Nacional de Agroecología en el MAG, pero estamos seguros que sin el
concurso del movimiento campesino y organizaciones sociales, este proceso
institucional caerá en el vacío de la tecnocracia y burocratismo.
Finalmente,
estas Jornadas serán el telón de fondo para anunciar la convocatoria al V
CONGRESO LATINOAMERICANO DE AGROECOLGÍA – SOCLA 2018, que ha sido confirmado
para realizarse por primera vez en nuestro país y tendrá lugar en Octubre del
próximo año, sin duda una gran oportunidad y un gran reto para enfrentar
colectivamente.
“la
Agroecología y el consumo responsable de alimentos no son una posibilidad,
¡existen ahora! y su expansión es una necesidad urgente, porque constituye la
respuesta más eficaz ante la crisis económica, el cambio climático, y la necesidad
de producción de alimentos ricos, sanos y de nuestra propia tierra.
EL COMITÉ ORGANIZADOR DE
LAS IV JORNADAS AGROECOLÓGICAS
Colectivo Agroecológico del Ecuador
Movimiento de Economía Social Solidaria del Ecuador – MESSE
Campaña nacional por el Consumo Responsable –
QRE
Sociedad Científica Latinoamericana de
Agroecología – SOCLA Capítulo Ecuador
Federación de Centros Agrícolas y
Organizaciones Campesinas del Litoral – FECAOL
Unión de Organizaciones Campesinas de
Esmeraldas - UOCE
Red de Integración económica y agroecológica
del Azuay
Observatorio del Cambio Rural - OCARU
Instituto de Estudios Ecuatorianos - IEE
Grupo Tierra
Grupo Agricultura Familiar Campesina
Minga por la Pacha Mama
La Choza
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
- FLACSO
Taller Estudios Rurales - Universidad Andina
Simón Bolívar
Universidad Técnica de Cotopaxi
Escuela Superior Politécnica de Chimborazo
Utopía – organización comunitaria
Acción Ecológica
Fundación Ekorural
Fundación Swissaid
Vivrant Village Foundation
Consorcio de Gobiernos Autónomos
Descentralizados Provinciales del Ecuador - CONGOPE